De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), las caricaturas son “dibujos satíricos que deforman las facciones y el aspecto de alguien”. Ese no es único tipo de caricatura que se conoce, aunque sí es la que todos solemos ver en dibujos de personajes famosos en los que sus rasgos más característicos son exagerados y que dan como resultado obras graciosas y únicas.
Dentro de este género, también podemos distinguir las caricaturas literarias que, al igual que las que son gráficos o dibujos, tienden a exagerar ciertas características de las personas o personajes a los cuales apuntan. Cabe destacar que este tipo de caricatura puede transformarse en un importante punto de opinión de quien la redacta.
Recursos literarios
En la creación de las caricaturas literarias se emplean varios recursos tales como la hipérbole que consiste en exagerar las características del personaje a describir “sus ojos son tan grandes como la luna”, la comparación, que como su nombre lo indica, permite comparar y establecer una relación entre uno o mas personajes u objetos “ella temblaba como un flan” y las metáforas “su cabello es amarillo como el color del trigo”.
También se emplea la animalización que consiste en atribuirle rasgos animales a la persona “caminaba como un chimpancé” y la cosificación que es similar a la anterior pero en la que la persona adquiere rasgos o características de cosas materiales “su cabeza era igual de dura que ese muro”.
Muchos artistas callejeros se dedican a realizar caricaturas de los transeúntes obteniendo resultados finales que son increíbles y muy graciosos.
Ejemplos de caricaturas
Humor gráfico
En ellas, por medio de dibujos se resaltan los rasgos físicos o faciales más notorios de la persona a retratar.
Animadas
Son aquellas que conocemos como dibujos animados. Pueden tratar sobre cualquier tema y hay tanto para niños como también para adultos.
En verso
Se emplean versos para ridiculizar o exagerar las facciones o características de un individuo.
Soneto a una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz,
caratulera sabañón garrafal,
morado y frito.
Francisco de Quevedo y Villegas
En prosa
Es similar a la anterior. Sin embargo, es muy diferente en la forma en la que está escrita, pues, en este caso, se trata de un relato.
La nochebuena
“Mi criado tiene de mesa lo cuadrado y estar en talla al alcance de la mano. Por tanto es un mueble cómodo; su color es el que indica la ausencia completa de aquello con que se piensa, es decir, que es bueno. Además, las manos se confundirían con los pies, sino fuera por los zapatos y porque anda casualmente sobre los últimos. A imitación de la mayor parre de los hombres, tiene orejas que están a uno y otro lado de la cabeza como los floreros en una consola, de adorno, o como los balcones figurados, por donde no entra ni sale nada; también tiene dos ojos en la cara; él cree ver con ellos, ¡qué chasco se lleva!”
Mariano José de Larra