Los cuentos fantásticos son relatos literarios en los que se utiliza elementos que no son ciertos, es decir elementos fantásticos. Hay una serie de recursos que el redactor puede aplicar a la hora de narrar un cuento de este tipo entre ellos podemos distinguir la temática especial y los personajes irreales.
Este tipo de cuentos es usualmente utilizado para los textos destinados a público infantil, aunque en la actualidad hay múltiples relatos y novelas que pertenecen a este género y son destinados a adultos. A continuación brindaremos un ejemplo de cuentos fantásticos.
Mi amigo el pez
Transcurría un abril por mi ciudad natal, recuerdo que siempre creía en la presencia de cosas extrañas, lo que jamás me imaginé fue lo que pasaría aquella tarde.
Cercano a un lago solíamos jugar con mis amigas del barrio, ciertamente odiaba las muñecas, así que gran parte del tiempo simplemente estaba como en un mundo paralelo que construía con mi imaginación. Aquella tarde recuerdo que como siempre nos encontrábamos sentadas en el césped jugando y entonces escuché un ruido que venía desde el lago. Pregunté a las otras niñas que se encontraban si habían escuchado aquel ruido pero todas me trataron de loca.
Ante tal respuesta simplemente decidí levantarme (reconozco que algo molesta estaba) y me dirigí hacia las orillas del lago. Hasta el día de hoy intento recordar de forma exacta de como sucedió pero no lo recuerdo, creo que me caí al lago sin que nadie se diese cuenta y como no sabía nadar comencé a ahogarme.
Entonces sucedió lo inesperado, un pez se acercó hacia mi y tocándome me dijo: -Todo va a estar bien. Paso seguido comenzaron a crecerme escamas. Simplemente no lo podía creer, estaba convirtiéndome en pez, poco a poco mis facciones se fueron desfigurando y me vi inserta en un mundo maravilloso. El pez me guió por las profundidades del mar y conocí la mejor ciudad acuática del mundo.
Había de todo, era como un parque de diversiones, los peces saltaban, había dulces de algas, todo era espléndido. Entonces le dije a mi amigo el pez que siempre estaba aburrida allá afuera y que por eso quería seguir siendo pez toda la vida.
El solo me dijo que iba a estar así hasta la tarde porque tenía que aprender algo. Nadamos, nos reímos, no tengo palabras para describir lo que pasaba. ¡Era feliz! ¡Podía nadar! casi al llegar la tarde me dijo debemos volver a la costa. Yo le rogaba sin parar que no, le decía que me quería quedar como estaba pero en cambio él insistió en que debía de prestar atención más seguido a lo que me decían.
Ya de regreso tuve la perspectiva de lo que pasaba, por debajo del agua veíamos mucha gente, ¡Me están buscando!dije intentando gritar. El pez me dijo una vez más mirá un poco con más atención, en la orilla se encontraban mis amigas llorando todas decían que se arrepentían de no haberme prestado atención, pero que querían que volviera sana y salva. Mis padres iban y venían, mi madre intentaba no comenzar a llorar. En ese momento lo comprendí, aprendí la mejor lección que tuve en mi vida. “A veces no hace falta que los otros demuestren el cariño que nos tienen, eso no significa que no nos quieran”.
Cuando mi corazón lo entendió mire a mi amigo pez y el me dijo simplemente: -Adiós. Una vez más comencé a sentir como la magia invadía mi cuerpo y pronto me vi gritando por ayuda. Entonces se tiraron y me sacaron. Aquella tarde comprendí que lo bueno no siempre se demuestra todo el tiempo, pero está.